Monday, July 20, 2015

Mapa y LA HISTORIA DE ANTIOQUIA, COLOMBIA




UN BREVE RECORRIDO POR LA HISTORIA DE ANTIOQUIA



En su afanosa búsqueda de riquezas, desafiando toda suerte de amenazas y aventuras, la sed de oro fue el motor que impulsó a los conquistadores españoles a adentrarse desde el Golfo de Urabá hacia las hasta entonces tierras desconocidas de Antioquia.

De acuerdo con el historiador Francisco Duque Betancur, a la llegada de los españoles tres grandes grupos de indígenas habitan Antioquia, principalmente pertenecientes a la etnia Caribe, los que a su vez se subdividen en otras tribus y familias: los feroces Katíos, habitan el Urabá y el Chocó; los belicosos Nutabes, entre los ríos Cauca y Porce; y los relativamente pacíficos Tahamíes, localizados entre los ríos Porce y Magdalena. Pero a estos tres grupos, otros historiadores también suman los Quimbayas, que pueblan el sur de Antioquia, en la región comprendida entre Abejorral y Sonsón; además de los Zenúes, cuya cultura se desarrolla en el territorio que hoy ocupa el departamento de Córdoba, abarcando también el norte de Antioquia.
Hagamos un viaje en el tiempo y trasladémonos al año 1501. En una carabela piloteada por Juan de la Cosa, vemos al explorador Rodrigo de Bastidas arribando a las costas antioqueñas, en territorio del actual municipio de Necoclí. Viene acompañado por un ejército de hombres hambrientos, pálidos, descorazonados y a punto de comerse sus propios caballos, al final de una azarosa travesía desde el otro lado del Atlántico hacia la tierra incógnita.
Con Bastidas viene además Alonso de Ojeda, quien tiempo después (1509 ó 1510) funda el primer asentamiento español en tierra firme de Antioquia, Colombia y América del Sur, al que nombra San Sebastián de Urabá y de donde muy pronto se ve obligado a salir huyendo de la ferocidad y las flechas envenenadas de los indígenas. El poblado se traslada al otro lado del golfo, cerca al delta del río Atrato, y pasa a llamarse Santa María la Antigua del Darién, que se cree subsiste hasta 1524, convirtiéndose en el punto de partida y de llegada para las expediciones de conquista, desde y hacia la tierra continental circundante. Para tener una idea que nos ayude a intuir la vasta y casi inabarcable dimensión del territorio conquistado por los ibéricos en nombre del rey de España, basta saber que en ese entonces la llamada Provincia del Perú se prolongaba desde Chile hasta Antioquia.
Con Alonso de Ojeda también llegan personajes cruciales que cambian el destino de Antioquia y América: Francisco Pizarro, quien conquista el Perú; Francisco César, quien domina las tierras cercanas a Santa Fe de Antioquia; y Vasco Núñez de Balboa, quien guiado por su perro Leoncico y de la mano de su mujer indígena Anayansi, encuentra el anhelado Mar del Sur y lo bautiza como Océano Pacífico.
Hacia 1535, Ojeda decide reasentarse en San Sebastián de Buena Vista (Necoclí), desde donde un año más tarde Pedro de Heredia lleva a cabo una expedición por el río Atrato y la serranía de Abibe. Francisco César decide adentrarse hasta Ituango en 1537 y Juan Badillo llega a Cali remontando el curso del río Cauca, donde se encuentra con Jorge Robledo en 1540.
Detengámonos ahora en el alto El Barcino, situado en las montañas occidentales de Medellín. Es 24 de agosto de 1541 y Jerónimo Luís Tejelo, un adelantado protegido de Robledo, contempla por primera vez el Valle de San Bartolomé, más tarde llamado Valle de Aburrá. En el lugar donde ahora se encuentran la iglesia y el parque central del barrio El Poblado, erige la aldea de San Lorenzo de Aná, primera fundación de Medellín.
Poco a poco, Tejelo aglutina colonos en torno a una aldea que apenas alcanza el título de villorrio y que gracias a su actividad agrícola y ganadera, amén de centro de aprovisionamiento de bienes y servicios para la naciente minería, comienza su vida social y económica como mero apéndice de Santa Fe de Antioquia, ciudad fundada en 1541 por Jorge Robledo y que de manera natural se convierte en la capital de la Provincia. En 1587, Don Gaspar de Rodas la traslada desde el sitio de su establecimiento inicial hasta las orillas del río Tonusco, donde se encuentra actualmente. Rodas funda también los pueblos de Cáceres en 1576, y de Zaragoza, en 1580. Los continuos traslados y reubicaciones son una característica común en muchos de los poblados de la época: se levantan como asentamientos movibles, con construcciones efímeras de barro y paja, para ser reubicados según la ruta que traza la búsqueda de riquezas de los españoles.
En 1675, el caserío de San Lorenzo de Aná se transforma en la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín, para pasar después a convertirse en la capital de la Provincia de Antioquia, el 17 de abril de 1826. (En nuestros días, Medellín es una extensa urbe que con otros nueve municipios colindantes en el Valle de Aburrá, conforma una vigorosa Área Metropolitana cuya vocación se orienta al logro de metas comunes de progreso y calidad de vida para sus habitantes).
Demos un salto en el tiempo hasta 1830, cuando se crea el Departamento de Antioquia mediante Ley de la Nación. Desde ese entonces hasta poco antes de finalizar el siglo, hubo cambios jurídicos, además de adiciones y sustracciones territoriales. Sólo después de la Constitución de 1886 podemos hablar de manera definitiva de la creación del Departamento de Antioquia.
Volteando la página del siglo XIX al siglo XX, Antioquia perfila de manera contundente las características que le confieren una identidad propia, que la diferencian por su pujanza y empuje colonizador entre las demás regiones colombianas, porque los arrieros son comerciantes imaginativos que llevan de aquí y traen de allá bienes y servicios: acumulan excedentes de oro y plata durante la primera década del siglo XX, importan maquinaria y transforman lo meramente artesanal en auténtica industria. En 1870 comienza la construcción del Ferrocarril de Antioquia, una vía fundamental tanto para el desarrollo y la consolidación de la economía del departamento, como para la industrialización de Medellín. El ferrocarril y la incipiente red de transportes por carretera, son el paso de la mula a la máquina que señala el ocaso de la arrie-ría en Antioquia, entre los años treinta al cincuenta. En esta última se comienza a construir la Carretera al Mar, que hace posible el sueño de tener una salida al mundo por el Océano Atlántico además de la consolidación de la gran industria bananera de Urabá.
Francisco Montoya, Eduardo Vásquez, Vicente Restrepo, Pastor Restrepo, Carlos Coriolano Amador, Agapito Uribe, Tulio Ospina, Pedro Nel Ospina, Alejandro Ángel y Mario Escobar, entre otros, son nombres que entre 1850 y los albores del siglo XX se destacan como pioneros empresariales antioqueños en los campos del comercio, la industria, el cultivo del café, la construcción de obras públicas, el transporte y las comunicaciones.
Por el ancestral amor al suelo nativo que de manera casi obsesiva profesan los antioqueños y antioqueñas, por el empeño en buscar la equidad, la educación y la armonía con la naturaleza como propósito común y por la privilegiada posición geoestratégica del departamento, hoy Antioquia está a la altura de su historia para mostrar ante sus propios habitantes y para demostrarle al mundo que sigue siendo la mejor esquina de América.

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